¿Por qué siempre son las 3:33 a.m.?
Sobrepensar a las 3:33 a.m. también cuenta como cardio emocional.
Son las 3:33 de la madrugada y aquí estoy, escribiéndote este correo. El mundo duerme, pero mi mente no. Le doy vueltas a todo: lo que dije, lo que no dije, lo que tengo que hacer mañana. Y claro, encima pienso: “¿Será la perimenopausia que me tiene así?”
Tú también lo sientes, ¿verdad? Ese sobrepensar que se enciende de madrugada y no lo apagan ni los jugos verdes, ni el pilates, ni las meditaciones. No te sientas mal. No es que estés fallando en tu rutina de bienestar, es que el cerebro en esta etapa también anda rebelde.
La próxima vez que despiertes a las 3:33 a.m., prueba esto: en vez de pelear con el insomnio, escribe. Anota lo primero que se te cruce por la cabeza, aunque parezca un disparate. Porque ahí, en esas madrugadas, es donde nacen las verdades más sinceras.
Por eso estoy creando nuestro diario, una ayuda dirigida para convertir esos pensamientos nocturnos en claridad. Muy pronto lo tendrás a mano para que no te sientas sola en estas horas de desvelo.
Y si quieres apoyar este espacio, recuerda que por el precio de un cafecito ☕ puedes acceder a contenido exclusivo y suscribirte y, al mismo tiempo, ayudar a que esta plataforma siga creciendo y acompañando a más pericomadres como tú.
Así que dime, ¿qué escribirías tú hoy a las 3:33 a.m.?
Con cariño y desvelo,
Laura ✨